El ser humano es su cerebro: el monismo materialista

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En primer lugar, perfilemos el significado del monismo. Ésta es una corriente de pensamiento que defenderá todo lo contrario al dualismo, esto es, que sólo hay una única realidad o sustancia que explica todo lo existente. Esta única realidad puede ser o bien material o bien de tipo espiritual. Aquí nos centraremos, como reza nuestro epígrafe, en el monismo materialista el cual dirá que todo lo existente, incluido el ser humano, se justifican desde una única realidad material: a saber, que somos cuerpo. Al igual que en el dualismo, la pregunta de que arranca todo el razonamiento sigue siendo la misma: la conciencia espiritual, ¿es independiente del cuerpo material o depende de él? Esta pregunta, traducida a los estudios de filosofía de la mente contemporáneos, no es otra que: ¿la mente (alma) es independiente al cerebro (materia)? O ¿Son una y la misma cosa? Veamos qué respuesta, monista y materialista, podemos dar desde la siguiente perspectiva.

 El materialismo de la identidad

Es fácil reconocer la relación de la problemática mente-cerebro con los dualismos de Platón y Descartes con una sola y radical diferencia: en el monismo materialista se defenderá que los estados mentales tienen origen cerebral. Ahora la mente, o el alma, como queramos llamarlo, no es una instancia suprema que da vida al cuerpo, al cerebro, sino que es el cerebro el que, gracias a las conexiones neurofisiológicas que se producen en él, llegamos a obtener respuestas mentales.

El materialismo de la identidad lo que vendrá a decir es que la relación entre la mente y el cerebro es la más fuerte posible, a saber, de identidad. Su tesis dictamina que “los procesos y estados mentales son estados y procesos del sistema nervioso central” Pongamos un ejemplo: Supongamos un determinado estado mental como puede ser el dolor. Esta experiencia del dolor, según el materialismo de la identidad, “no está simplemente relacionada con una determinada propiedad neurofisiológica, sino que es realmente idéntica a esta última: se trata de una sola propiedad”.
Vemos una clara ventaja de esta teoría respecto al dualismo. Este último tiene grandes dificultades a la hora de explicar la influencia de la mente en el cuerpo, ya que, si recordamos, afirma que son dos naturalezas completamente diferentes. Esta interacción se convierte, en el dualismo, en una especie de misterio que queda por explicar. Este misterio queda resuelto con la teoría de la identidad, puesto que los estados mentales son ellos mismos estados físicos. ¿Explica esto con creces la problemática? Es algo cuanto menos para reflexionar. Thomas Nagel, un filósofo contemporáneo que trabaja sobre cuestiones de filosofía de la mente, ha trabajado precisamente diferentes argumentos en contra del reduccionismo de esta doctrina materialista. En su artículo ¿Cómo es ser un murciélago? Argumenta la imposibilidad de esta teoría de explicar totalmente la naturaleza de los estados mentales. Su postura es que hay estados y experiencias que son fundamentalmente subjetivos y que ninguna teoría objetiva es capaz de describir .

Concepción emergentista.

Uno de los elementos comunes de la reflexión sobre el ser humano es el de la explicación de la existencia de la mente, inteligencia o espíritu humano. Como hemos visto, la mayoría de las filosofías hacen un planteamiento dualista. Son aquellas quieren presentar el espíritu humano como una realidad distinta a la del resto de la naturaleza, incluso, con un origen sobrenatural. El materialismo, por su parte pretende que la personalidad humana es un elemento más dentro de una naturaleza estrictamente material.

El dualismo tiene a su favor el que ha sido la concepción dominante del pensamiento sobre el ser humano durante siglos ello es debido a que permite establecer la diferencia evidente que existe entre los seres humanos y el resto de los seres naturales. Pero los descubrimientos e investigaciones llevados a cabo durante los siglos XIX y XX tales como la teoría de la evolución, los avances en psiquiatría y neurología, los avances en inteligencia artificial, etc. parecen volver insostenible la tesis de una mente independiente del cerebro y, en general toda forma de dualismo. Esto ha sido empleado por el materialismo para establecer que los seres humanos somos realidad exclusivamente materiales.



En esta polémica se empieza a plantear una nueva vía de explicación del fenómeno humano. El emergentismo parte del materialismo porque sostiene que es el sistema nervioso central el origen de las capacidades humanas. Por decirlo en una fórmula conocida según esta concepción “el alma está en el cerebro”. Sin embargo, el cerebro humano no es una máquina sino un sistema complejo que no se puede reducir a la actividad bioeléctrica de un conjunto de neuronas. De la misma forma que al hidrógeno y el oxígeno son la condición de que exista el agua pero no son, por sí solos, el agua, el emergentismo considera que la actividad neuronal es condición imprescindible de la aparición de la mente humana pero no es la mente humana. 


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