El dualismo antropológico de Platón.








Platón (Atenas, 428/427 a. C – 347 a. C.) fue uno de los pensadores más importantes de todos los tiempos. Tanto es así que un filósofo contemporáneo llegó a decir que toda la Historia de la Filosofía no es más que notas y comentarios sobre el pensamiento de Platón. La mayor parte de sus escritos están redactados en forma de diálogo, por ello, son conocidos como “diálogos platónicos”. Su amigo y maestro fue Sócrates, presente en numerosas ocasiones en los citados diálogos. Para Platón, la filosofía es fundamentalmente ontología, o un saber acerca de la realidad. De aquí que su dualismo antropológico se subordine al “dualismo ontológico” que defiende, y es que en Plantón la realidad está conformada por dos clases de sustancias:

- El mundo sensible, formado con lo que podemos captar por nuestros sentidos. Es un mundo perecedero y que está sujeto a continuo cambio donde no hay nada permanente. A este mundo pertenece también nuestro cuerpo físico.

- El mundo inteligible, o mundo de las Ideas, formado por entidades de carácter no físico, no sensible. Son las ideas perfectas de todo lo que forma parte del mundo sensible. Éstas son realidades, y existen independientemente. A ellas solo se puede acceder a través de la inteligencia, por eso se dice que son inteligibles. Esta realidad, el Mundo de las Ideas, será la verdadera, inmortal, perfecta y fundamento del mundo sensible.

Pues bien, teniendo esto en cuenta, decir que, de la misma forma en que el mundo se halla dividido de esta manera, el ser humano también cuenta con dos partes: el alma y el cuerpo. Cada una presenta una naturaleza distinta a la de la otra. Y esto es fácil de comprender con el siguiente ejemplo: ¿por qué somos capaces de oler la rosa? Porque lo percibimos a través de nuestro cuerpo sensible que interactúa con otros cuerpos físicos. Esto es, tenemos conocimiento del mundo físico (aunque éste sea impreciso y sujeto a cambios constantes) porque nuestro cuerpo forma parte de este mundo. Ahora bien, ¿cómo es posible tener conocimiento de las Ideas si éstas no son de naturaleza sensible? Patón dirá que las conocemos a través del alma, que es de igual naturaleza que esas Ideas, a saber, inteligible.

El alma será relacionada con la razón del hombre y su naturaleza será inmaterial, mientras que el cuerpo se encuentra inmerso en lo visible, forma parte del Mundo Sensible. Para Platón, el cuerpo es la “cárcel” del alma, ya que impide, con sus necesidades físicas, el correcto desarrollo de ésta para alcanzar el pleno conocimiento. Para que un ciudadano llegue a ser virtuoso habrá de desprenderse de cualquier llamamiento del cuerpo y centrarse sólo en las peticiones del alma, que no son otras que las relacionadas con la sabiduría y el conocimiento de las ideas. En resumen:

- Las características del cuerpo serán: sensible y material, con lo cual será perecedero y aparente, pues no hay verdad en el mundo sensible, sino que todo lo que vemos y sentimos son imágenes imperfectas de las ideas.

- Las características del alma serán: se corresponde con la razón y se asemeja, al contrario que el cuerpo, a lo invisible, al Mundo de las Ideas, a lo divino. El alma será inmortal y debe regir al cuerpo, destinado para obedecer y ser mandado. Los filósofos, según escribe Platón en el Fedón, son un claro ejemplo de correcto uso de la razón y abstinencia de cualquier deseo del cuerpo .

Partes del alma

Para comprender mejor las partes del alma y la relación que hay entre ellas, podemos remitirnos al texto que Platón escribe en el Fedro conocido como la alegoría del carro alado, la cual nos dice que, suponiendo que el conjunto del carro de caballos con su auriga representa el alma humana, el auriga se identifica con la parte racional de ésta y será la encargada de conducir el carro hacia el mundo de las ideas. Para ello deberá gobernar a los dos caballos que tiran del carro. El caballo bueno será el que no tendrá problemas en seguir las instrucciones del auriga. Se identifica con la parte irascible del alma. El segundo caballo, el caballo malo o poco dócil, tirará del carro hacia el mundo sensible y se identifica con la parte concupiscible del alma.

Cuál es el significado de la descripción que Platón hace del alma como un carro alado tirado por dos caballos y conducido por un auriga? El radical dualismo antropológico, descrito por Platón, que no reconoce al alma más función esencial que el conocimiento racional, mientras que atribuye al cuerpo todas las tendencias perturbadoras y conflictivas (pasiones, deseos, placeres...). Los deseos, las tendencias y las pasiones son también fenómenos psíquicos (mentales) y no solamente corporales. El conflicto, por tanto, no es exclusivamente cuerpo-alma, sino un conflicto interior, del alma consigo misma. Platón se dio cuenta de esto, y por eso adoptó una concepción más compleja del alma, distinguiendo en ellas tres partes. Estas tres partes, que debemos entenderlas como funciones (es decir, como actividades particulares) y no como partes materiales, son:


  • ALMA O PARTE RACIONAL (RAZÓN). Representada en el mito por el auriga (conductor). Es la parte más noble y elevada. Su actividad principal consiste en contemplar las Ideas y en guiar y dirigir a las otras dos partes. Se sitúa o localiza en el cerebro. Es inmortal.
  • ALMA O PARTE IRASCIBLE (ÁNIMO). Representada en el mito por el caballo bueno, dócil y hermoso, que se deja conducir con facilidad. Simboliza el valor, la fortaleza y la voluntad; es la fuente de las pasiones o tendencias nobles que hay en todo hombre (valor, esperanza, ambición, docilidad...). Está localizada en el tórax. Al ser una función anímica relacionada con el cuerpo, se trata de una parte mortal del alma.

  • ALMA O PARTE CONCUPISCIBLE (APETITO). Representada en el mito por el caballo negro, malo, feo, pesado y contrahecho, difícil de guiar. Simboliza los deseos y pasiones sensibles desmesurados; es la fuente de los apetitos groseros (el sensual) y de los instintos (como el de conservación) que arrastran al hombre hacia los placeres corpóreos. Está localizada en el abdomen y también es mortal.

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